Nsala Malekum
Es un poco más complejo, a mi entender personal.
Una cosa es una casa, otra es un padrino y una madrina. Por ejemplo los Vititi Kongo, Nkita Munankita, Cortalima (aunque aquí hay dos clases), Paticongo, Kalunga Munanzambi, Zarabanda Malafama, Changani, Guindavela... así llenaría un post entero jajaja
Todo esto son casas, concretamente de Briyumba.
Cada mayor de una casa planta su bandera, sí, pero los tratados son los mismos. Un Tata puede digamos "aromatizar" su Nzo con experiencias que va adquiriendo, cosas que va aprendiendo, pero no puede causar un daño estructural y cambiar procedimientos base de su casa.
Mi Tata introdujo cosas que él habia heredado vía familiar, ajeno a su Tata y son cosas que se utilizan en su Nzo y que tal vez algún ahijado de confianza también hayamos heredado. En cambio, los tratados fundamentales de como funcionan las cosas y se montan fundamentos no adulteró un ápice. En consecuencia, yo no me atrevería hacer lo contrario.
Mas sencillo aún...
Si usted es Tata de XXX procedencia y yo de YYY procedencia, usted y yo de buen amigo podemos intercambiar mucho. Hay Nsaras, hay mil cosas, incluso si ambos somos Briyumba determinados tratados son utilizados por la práctica totalidad de Briyumberos.
Ahora, yo no puedo fabricar una Nganga con tratados suyos, ni viceversa. Y las ceremonias de rayamiento, y otras, pueden tener similitudes pero tendrán cosas particulares que las harán propias.
Hoy la gente dice "cada congo con su maña" y así desde que un día un criollo gritó eso en la colonia, ha servido de justificante para cambios y más cambios que han conducido a una inevitable degeneración paulatina.
Eso de que un padrino decida que a las mujeres no se le entrega X fundamento, no lo considero correcto. Otra cosa que sea un tabú por tratado para todo el linaje, entonces cada Munanzo deberá respetar.
Malembe Yaya
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)