Obsesión Espiritual: Una Cuestión de Salud Pública

Obsesión Espiritual: Una Cuestión de Salud Pública 10444

Osvaldo Shimoda

La obsesión espiritual, como enfermedad del alma, no resulta de la acción patógena de ningún microorganismo conocido por la medicina, sino de un agente etiológico jamás imaginado por la Ciencia, que es el propio Ser Humano.

Aprovechándose de su estado de invisibilidad, el espíritu obsesor desencarnado (desafecto del paciente, hoy su verdugo, pues en el pasado fue su víctima, por tanto fue perjudicado por él) es movido por el odio y el deseo de venganza, y se sirve de todos los recursos posibles e inimaginables a ojos de un encarnado para perjudicarlo, quitándole incluso la vida.

En un artículo anterior ¿Sabes cuándo estás siendo acosado espiritualmente?, aclaré que la mayoría de mis pacientes no se dan cuenta de que están siendo acosados espiritualmente, tal es el grado de sutileza de esa grave enfermedad del alma. Fue a través de la observación sistemática en mi consultorio, al conducir más de 8000 sesiones de regresión, como he llegado a la conclusión de que el 90% de mis pacientes tenía una causa espiritual, una obsesión espiritual, en el origen de su(s) problema(s), y en no más del 10% la causa era puramente psicológica, sin que por lo tanto hubiese ninguna interferencia de orden espiritual.

De esta forma, en mi práctica clínica con la TRE (Terapia Regresiva Evolutiva) – La Terapia del Mentor Espiritual, abordaje psicológico y espiritual breve, creado por mí, la mayoría de los pacientes que atiendo no presenta un trastorno psiquiátrico psicótico, sino que son médiums en desequilibrio, cuyo desajuste adviene de experiencias traumáticas que tuvieron en vidas pasadas y/o sufren la influencia nefasta de espíritus obsesores que provocan o buscan agravar sus síntomas de fobias, ansiedad, depresión, trastorno bipolar, síndrome del pánico, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), enfermedades orgánicas de causa desconocida para la medicina, dificultades constantes en la parte económica o profesional, y problemas de relación interpersonal.

Por tanto, el acoso espiritual ocasiona serios daños psíquicos, espirituales y orgánicos al acosado. En muchos casos, surgen trastornos variados, difíciles de diagnosticar con precisión por los médicos, pues se reflejan en el campo físico, evolucionando con fiebres, inflamaciones, dolores y demás síntomas orgánicos, confundiendo el juicio clínico del profesional y dificultando el tratamiento adecuado.
El acoso espiritual puede además llevar al enfermo a la locura, a la esquizofrenia (los hospitales psiquiátricos están llenos de casos de obsesión espiritual), epilepsia, vicios en general, o incluso al suicidio.

Siendo así, no es una exageración afirmar que la obsesión espiritual, como enfermedad del alma, es realmente uno de los grandes flagelos de la humanidad, una cuestión de salud pública.
Sin embargo, desgraciadamente, los profesionales de la salud (médicos, psicólogos y psiquiatras) – en su mayoría – aún ignoran esa grave enfermedad del alma, fruto de su formación académica organicista, materialista, que desconsidera el aspecto espiritual del paciente; y ello a pesar de que la OMS (Organización Mundial de la Salud), desde 1998, ha incluido la obsesión espiritual en el CID10 (Código Internacional de Dolencias), apartado F44.3: Estado de Trance y Posesión – que permite el diagnóstico de la interferencia espiritual obsesora.
Pero, lamentablemente, lo que se percibe en la práctica es que en los consultorios, hospitales, puestos y ambulatorios, la mayoría de los profesionales aún ignora o descalifica la existencia de esa enfermedad del alma, la obsesión espiritual, no sometiéndola a tratamiento.

Caso Clínico:
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)
Hombre de 23 años, soltero


El TOC está considerado por la Medicina como un trastorno mental incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM -IV) entre los denominados trastornos de ansiedad. Se manifiesta bajo la forma de alteraciones del comportamiento (rituales o compulsiones, repeticiones, evitaciones).
En el caso de ese paciente, él presentaba desde los 15 años un cuadro de TOC, una compulsión, movimientos involuntarios repetitivos de golpear su cabeza con la mano, darse puñetazos en la barbilla, tirarse de los cabellos, de los pelos de cejas, axilas, pecho y pelos pubianos.

Tenía también una compulsión mental de decirse a sí mismo, repetidamente, la frase: “¡Retrasado, débil mental, tienes que ser internado, peste!”
Otra compulsión era el hábito de lavarse las manos varias veces y de no sentarse en el asiento del autobús o del metro si antes se había sentado otro pasajero. Acudió a mi consultorio acompañado de su madre, con gafas oscuras, alegando que tenía miedo y vergüenza de la gente. Por eso se aislaba, no conversaba con las otras personas. Solo salía de casa para ir a su psiquiatra (tomaba ansiolíticos y antipsicóticos, pues el médico lo había diagnosticado como esquizofrénico y portador de TOC).
Había llegado a permanecer durante 26 días internado en una clínica psiquiátrica; salió mejor, pues antes agredía verbalmente a su madre, llamándole chapuza, prostituta. El paciente finalizó la entrevista de evaluación diciendo que era frecuente también ver siluetas oscuras, sombras (seres desencarnados de las tinieblas).

Al pasar por la 1ª sesión de regresión, como no consiguió traer nada, propuse a la madre que hiciese ella las otras dos sesiones de regresión en lugar de él, porque el objetivo de esta terapia, la TRE, es hacer que el paciente entre en contacto con su mentor espiritual – ser desencarnado de elevada evolución espiritual, responsable por el perfeccionamiento de nuestro espíritu – para mostrarle la causa de su(s) problema(s), así como la manera de resolverlos.
De esta forma, al pasar por la regresión de memoria, su madre me relató: “Dr. Osvaldo, ayer después de que mi hijo pasase por la sesión de regresión, al final, durante la oración que usted nos pidió hacer para los seres espirituales obsesores, vi a un niño de 5 años, cabellos erizados… Se apareció de medio cuerpo hacia arriba (en esta terapia los espíritus obsesores suelen aparecerse al paciente solo de medio cuerpo o mostrando solo el rostro o parte de él – un par de ojos, un ojo).

Ese niño apareció triste, después fue abriendo mucho los ojos, y éstos estaban brillando. Sentí que ese crío estaba cerca de mí y de mi hijo”.
En la 3ª y última sesión, después de la relajación, la madre del paciente me relató: “Dr. Osvaldo, mi mentor espiritual me está diciendo: - Tú, en una vida pasada, tuviste dos hijos gemelos y tuviste que elegir entre los dos para que solo uno viviese, pues en la tribu indígena en que vivías, la madre que engendraba gemelos tenía que elegir a uno para matarlo. Así, ese hijo fue enterrado vivo al cumplir los 5 años. Hasta esa edad se había criado a su aire, sin comida, sin nada; por eso, como estaba muy flaco, fue enterrado vivo. El gemelo que sobrevivió es tu hijo actual, y el otro, el que fue enterrado vivo, es el obsesor espiritual. Es el niño de cabello erizado que has visto mientras hacías la oración del perdón; él está obsediendo a tu hijo, anda con él para que tú lo cuides. Como todavía pesa esa culpa en tu alma, eso lo fortalece y le hace permanecer obsediendo a tu hijo. Lo que pasa es que, como él no fue criado por ti en aquella existencia, ahora quiere que tú lo cuides, permaneciendo siempre junto a tu hijo de la vida actual. Por eso tienes que perdonarte y pedirle perdón a esa criatura.
Su nombre es Abaé, que en el lenguaje indígena significa “otra persona”. Es preciso que te perdones, y lo que sugiero también es que adoptes a una criatura recién nacida. Vamos a dar un tiempo para que Abaé vaya para la luz, y después esperar más o menos un año para que él se reencarne; entonces podrás adoptarlo. Ese tiempo es el plazo para que él se reencarne.

Tú sabrás quién es ese niño, pues recibirás intuición y orientación de nuestra parte. En relación a tu hijo actual, debes amarlo, pero no tener pena de él. Has de ser más firme, diciéndole que reaccione y deje de proceder como un niño pequeño. ¡Queda con Dios, por aquí me despido!”

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.