Línea del Oriente en la Umbanda

Línea del Oriente en la Umbanda 27509140

La Línea del Oriente, o de los Maestros del Oriente, es parte de la herencia de la Umbanda, con elementos de un pasado común, cuna de todas las magias y fundación básica de las religiones. Entre todos los pueblos del oriente, desde la más remota antigüedad, hay una sólida y autentica tradición esotérica, dicha la sabiduría de los patriarcas, los misterios religiosos de los pueblos antiguos, que solo han llegado hasta nosotros en pequeños fragmentos.
La línea del oriente abrigó las diversas entidades que no encajaban en las matrices indígenas, portuguesas y africanas, formadoras del pueblo brasilero. Estas entidades preservan conocimientos milenarios; son sabios que ayudan a sus hermanos encarnados, independientemente de su origen religioso; son espíritus que no encarnan más, pero que quieren auxiliar a los encarnados y desencarnados, en su evolución rumbo a lo Divino, pues quien aprende tiene que usar lo que aprendió.
Los más altos conocimientos esotéricos de la antigüedad son conocidos, en el plano astral, por las entidades que se manifiestan en esta línea. Son conocimientos mágicos y espiritualistas desaparecidos en el plano material y preservados en el astral, mantenidos con estas entidades, cada cual con lo que era sabido en la religión de su pueblo. La línea del oriente ha enviado una cantidad inmensa de espíritus para la corriente astral de Umbanda. Son entidades que vienen con la misión de humanizar corazones endurecidos y fecundar la fe, los valores espirituales, morales y éticos en lo mental humano.

Diversos templos umbandistas no tienen por hábito trabajar con esta línea, tal vez por desconocer los beneficios que los pueblos ligados a sus diversas falanges pueden proporcionarnos. Si las evocáramos, con certeza, con certeza sus guías nos darán la cobertura y las orientaciones necesarias y los consultantes podrán disfrutar de sus magníficos trabajos, principalmente relacionados a la cura, campo en que gustan de actuar. La línea del oriente es regida por el Pai Oxalá, irradiador de la fe para la dimensión humana, y por el Pai Xangó, fuego y calor divino, con entidades actuando en las irradiaciones de los diversos Orixás. Tiene como patrono un espíritu conocido, en su última encarnación como Juan el Bautista, irradiador de mucha luz, sincretizado con Xangó del Oriente y conocido como Kaô. Era primo hermano de Jesucristo y lo bautizó en las aguas del Río Jordán y tiene el comando de los pueblos del oriente, donde se manifiestan espíritus de profetas, apóstoles, iniciados, cabalísticos, anacoretas, ascetas, pastores, santos, instructores y peregrinos. La línea del oriente, a pesar de no ser oriente en el sentido geográfico, se popularizó a través de sus momentos gloriosos en Brasil en las décadas del 50 y 60, ocasión en que las tradiciones orientales budistas e hinduistas se firmaron, entre los brasileros practicantes de modalidades ligadas al orientalismo. Espíritus hablando nombres desconocidos por nuestra gente, que tuvieron encarnaciones como hindúes, tibetanos, chinos, egipcios, árabes y otros, incorporaban en los Terreiros de Brasil, al lado de las líneas de acción y trabajo de los Caboclos y Negros Viejos, sin olvidarnos los espíritus gitanos.

La línea del oriente o línea de los maestros del oriente todavía está actuante y beneficiando a aquellos que la invocan y la ofrendan. El saludo para esta línea es ¡salve el pueblo del oriente! Algunos saludan como Kaô (Juan Bautista) y también ¡Salve el pueblo que cura!

Por Mãe Lurdes de Campos Vieira

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.