Otro paso importante que conviene realizar antes de iniciar el ritual es el de la relajación del Operador.

El estado físico y psíquico de la persona que vaya a realizar el ritual es extremadamente importante.

La ceremonia de por sí requiere de un mínimo de concentración y atención y para ello es imprescindible que el propio oficiante se sienta en óptimas condiciones físicas y mentales. Su espiritualidad debe permanecer exenta de problemas y afecciones que involuntariamente puedan interferir el proceso de interrelación psicofísico que tendrá lugar en el ceremonial.

La magia es el arte de realizar cosas maravillosas en contra de las leyes naturales; produce efectos de apariencia maravillosa con efectos naturales, y para entregarse con eficacia a la magia, el maestro de ceremonias debe estar en perfecta armonía con las leyes de la naturaleza y de la psique.

Es decir, debe poseer ciertos conocimientos de magia, la debida concentración mental, un cuerpo y una mente sanos y la capacidad de responsabilizarse de sus propios actos. No se obtendrán resultados positivos mediante la magia si quien debe llevar a cabo la ceremonia no posee la suficiente energía mental y física para llevar el ritual a buen fin, y tampoco quien no posea la suficiente confianza o convicción en los actos que realiza.

Por tanto, para emprender la actuación conviene relajarse y concentrarse en el objetivo propuesto.
Existen numerosos manuales de relajación y concentración que el lector podrá consultar para la consecución de estos objetivos pero en las siguientes líneas encontrará los consejos básicos para alcanzar un estado físico y mental satisfactorio y adecuado para los fines que persigue.

En primer lugar conviene dejar la mente en blanco y centrar la atención en una parte del cuerpo para posteriormente concentrarse en el resto de la propia anatomía. El objetivo de este ejercicio es que todas y cada una de las partes del cuerpo se vayan relajando paulatinamente. El proceso se puede realizar de los pies a la cabeza o de la cabeza a los pies.
Si la concentración es la adecuada, el entorno relajante y la actividad mental y física la que corresponde, la propia persona irá notando cómo todas y cada una de las partes de su cuerpo se van relajando.

Una vez conseguida la relajación muscular, se tratará la relajación mental, que se realiza mediante sugestión, dejando la mente libre de cualquier tipo de idea y pensamiento.

Tanto la relajación física como la espiritual requieren de un período de entrenamiento importante, que no es corto si la persona no está habituada a realizar este tipo de ejercicios, pero que merece la pena poner en práctica puesto que, además de para los fines propuestos aquí, sirve también para liberarse de las tensiones a que se ven sometidas todas las personas debido al sistema de vida que llevamos.

Desconectar del mundo exterior y concentrarse en el interior de cada uno es una de las premisas básicas de todos los ejercicios de relajación espiritual y física en los que se basan las técnicas orientales, de las que una de las más conocidas es el yoga.

Al dejar el cuerpo y la mente libres de interferencias la comunicación ritual se establece con una gran facilidad y el oficiante ya estará dispuesto a iniciar la ceremonia que se proponga.