En el siguiente apartado exploraré los significados que algunas personas atribuyen a las plantas medicinales utilizadas en los rituales santeros y prehispánicos que se practican en Catemaco, Veracruz, comparándolos con aquellos de otras regiones mexicanas. Por lo tanto, la santería y la herbolaria tradicional en Catemaco comparten el mismo escenario, debido a que algunas yerbas, plantas frutales y medicinales, se han utilizado por brujos y santeros.

La santería tradicional que se practica en Cuba utiliza una serie de elementos de los que destacan algunas plantas medicinales como la abre caminos, la acacia paraíso blanco, ácaña, albahaca, apazote, aroma, artemisa, bejuco leñatero, amansa guapo, curujey, entre otras, mismas que se utilizan en la santería en Catemaco, solo que tienen que conseguirse en yerberias o botánicas, como se les conoce comúnmente, porque algunas de éstas son escasas y no se obtienen fácilmente en el pueblo.

Dichas plantas son utilizadas para la realización de los rituales, y se emplean en lo que se conoce como omiero o también en el addimú. En el primero se utilizan como parte de un conjunto de “yerbas” que les agradan a los Orishas y se trata de cubrir el monte de cada deidad, pues se supone que lo que despiden estas plantas en conjunto sirve como un liquido que se puede emplear en las iniciaciones, tales como la de los elekes, guerreros, entre otras, así como también para curar diferentes enfermedades.

En el segundo se utilizan como ofrendas a los Orishas, que es parte de la adoración del santo predilecto o como se le conoce papá y mamá. El santero hace este tipo de rituales empleando pedimentos personales y oraciones, aunado a estos se les hace el addimú, pero para empelar el tipo de “yerbas” que se utilizaran en dicho ritual se tiene que consultar a un babalawo para que aconseje al santero, ya que estas varían según el monte 44de cada santo. Por ejemplo, a Oshún le encantan las calabazas, pero también le gusta el bejuco carey, la espinaca, la calaguala, el chayote, la jía amarilla, el mangle, el mango, la manzanilla, el melón de castilla, entre otras. Y en el addimú se le ofrece este tipo de “plantas frutales y curativas”, se le toca la campana y así termina el ritual de una adoración tradicional a un santo específico.

La falta de “yerbas” que acostumbran emplear en la santería es uno de los factores que influye en la iniciación de personas creyentes, por lo que los santeros emplean “muchas” de las yerbas tradicionales de la región como la albahaca, ruda, algunos tipos de zacate, entre otras que sirven para las “limpias”. En algunos casos los santeros tienen que ir al mercado de Sonora en la Ciudad de México, donde surten la herbolaria necesaria para dichos rituales.

La función de las “yerbas” en los rituales simboliza una “escoba”, que barre los “males”, aleja las malas energías. En algunos casos también se preparan en té, dependiendo el malestar y la recomendación del multiesoterista. Gonzalo Aguirre Beltrán, quien denomina el “mal de ojo” como “una proyección de animosidad de la persona hacia otras y la idea de que existen personas con capacidad para dañar a partir de un pacto demoníaco” (1963:42). Para este tipo de “males” o “malas energías” utilizan rituales de protección donde incluyen “yerbas” como la ruda, la salvia, entre otras, además de oraciones especiales con propiedades curativas y preventivas que sirven para “cortar” o “destruir” algún “hechizo” o “maleficio” impuesto. Como narra una “bruja mayor” de Catemaco:

Mire usted, pues aquí yo antes que nada le receto su sacamal que es una cáscara sagrada que nosotros le llamamos contra, usted la hierve y se la toma con vino jerez o consagrado, una tacita en ayunas, eso para que no te hagan “daño” y dé protección”

El significado de las yerbas que se usan como elementos significantes en algunos rituales empleados por santeros, brujos, curanderos, espiritistas, entre otros practicantes, es invocar a través de estas a los dioses o demonios a partir de “algo natural” como las plantas, que aunque algunas poseen propiedades curativas, al emplearlas en rituales específicos refuncionalizan los significados para las personas creyentes, de tal manera que dicha planta se convierte en un “elemento” religioso y sirve también como vehiculo entre las personas y los dioses, por lo que en la santería se le llama monte al conjunto de plantas predilectas del santo, y se le ofrecen porque según los pattakis o leyendas de los santos, ellos fueron personas comunes, pero por su gran labor espiritual, guerrera, o social se convirtieron en lo que hoy se conocen como orishas.

Según Gonzalo Aguirre Beltrán, “las yerbas, las pociones, los polvos, carecen de poder en sí, solo son meros agentes en los cuales ejercen su poder los seres invisibles” (1992:64), de tal manera que antes de acudir a un médico se hace un ritual donde se incluyen “yerbas”, conocido en la santería como addimú, u ofrendas, así como también el ebbo, o sacrificio, que de alguna manera sirve para calmar el enojo de la deidad y ganarse nuevamente su voluntad con la ofrenda, la oración y el sacrificio.

Teniendo en cuenta que fueron los antepasados africanos y prehispánicos quienes descubrieron y compartieron algunas de las “plantas medicinales” que se conocen en Catemaco, y que a partir de lo que llamara Gonzalo Aguirre Beltrán “proceso de aculturación”, se fue formando también una mezcla de conocimientos en la herbolaria, con los españoles, los negros y los indios en tiempos de la colonia propiamente.

En las culturas orientales la herbolaria tuvo un significado religioso. Se creía que la naturaleza tenía el poder suficiente para curar, alimentar o dañar a ciertas personas, por lo tanto proveía a la sociedad de herramientas suficientes para su supervivencia.

Los Druidas 45por ejemplo, cuyo vocablo proviene de la etimología griega drus que significa “hombres de roble”, dicha religión trintaria tenía como objetivo espiritual la resurrección y la inmortalidad del alma, y sus creyentes consideraban la naturaleza como una fuente de poder sagrada, la tierra productiva como una diosa que era a la vez madre y virgen y que debía dar a luz a un dios encarnado. Esta orden poseía conocimientos “telúricos” a lo que se debe su influencia con el Islam en países europeos, convirtiéndose en una religión celtocristiana.

Así como los Druidas, otras religiones como la de los Arunta46 de las tribus australianas, las cuales a pesar de ser religiones totémicas, donde la naturaleza tiene un significado religioso y espiritual, son religiones que aluden a la herbolaria como parte de su imaginario religioso, atribuyendo poderes específicos de curación, sanacion espiritual, maldición, entre otras.

La santería, a diferencia de las religiones antes mencionadas, no es una religión totémica porque no atribuyen “poder” a las plantas o animales que les corresponde a los dioses, sino que les atribuye significados de poder a la naturaleza, en base a los santos u Orishas a quienes se invoca, adora y asienta mediante rituales donde las “yerbas” sirven como vehículos que guían a los dioses en función de los humanos (hijos). Según Alfredo López Austin, “la práctica del rito se dirige a entidades sobrenaturales, ya sean dioses o fuerzas con los que se desea entablar comunicación, pero detrás de los ritos hay fines precisos como percibir las formas de acción sobrenatural del mundo” (López, 1998, citado por Plascencia, 2004: 46).

Como declara un sacerdote de 48 años, párroco de la iglesia de la Virgen del Carmen de Catemaco, originario del puerto de Veracruz, y quien reside desde el año 2000 en dicha población: “Pues la medicina natural o las yerbas como se les dice, es algo que se ve mucho aquí en Catemaco, es un legado de los antepasados y de los negros que llegaron también, pero las ligan a los rituales que hacen los brujos, es un sincretismo de elementos en cierta forma”.

Algunas de las “yerbas” tradicionales en Catemaco también se utilizan en la santería como la albahaca, la ruda, la salvia, la acacia, entre otras, empleadas por brujos, curanderos, espiritistas y yerberos, quienes refuncionalizan su significado y sus propiedades. El curandero, por ejemplo, las utiliza para las “limpias”, “curada de espanto”, entre otras; el yerbero supone que sirven para cualquier tipo de enfermedades, como resfriados, problemas de la piel, incluso para mordedura o picadura de animales ponzoñosos; el brujo solamente para hacer trabajos “negros” como invocaciones, amarres, ligamentos, destrucciones, “limpias” (este también utiliza animales para sacrificios, tales como gallinas negras, sapos, gatos negros, entre otros); el espiritista para las “misas espirituales”, la invocación de espíritus mejor conocidos como “médiums” (ritual que consiste en bajar espíritus de familiares, amigos, entre otras personas con las cuales el cliente desea tener contacto), así como también hacer “limpias”, entre otras; y el santero las utiliza para el addimú, el ebbo y recientemente las “limpias”.

En la santería por lo regular se hacen ofrendas a los santos con un ritual especifico conocido como addimú, las cuales tienen la función de agradecer al santo por los bienes adquiridos, la “buena suerte”, entre otras cosas. Se incluyen oraciones, se le toca la campana, se hacen pedimentos y se le ofrecen distintas plantas, según las predilectas del santo, o las que pida mediante el diloggun. Dicho ritual es considerado por algunas personas de Catemaco como sacrificio de plantas. Como menciona Cristóbal Ganzoni, médico de 46 años originario de Clarus, Suiza, quien reside en Catemaco desde 1996:

Pues yo he visto dos santeros aquí, y en ocasiones los he visitado porque saben mucho de plantas medicinales, y en una ocasión hicieron sacrificio de plantas, ofrendas a sus dioses”.

Este tipo de ofrendas se conocen como addimú y es un ritual que pertenece a la santería, donde el santo pide a través de los cocos cierta ofrenda que puede ser: miel, algunas plantas, tabaco, agua ardiente, entre otras cosas, pero las “yerbas” casi siempre acompañan las ofrendas, los rituales, y los sacrificios. Doña Josefina, una santera de Catemaco explica cómo se ofrecen las plantas a Oshún:

Las plantas siempre te acompañan en los rituales, pues son como el agradecimiento, con lo que le agradeces al santo, pues por ejemplo le digo “Ommi tutu ana tutu le tutulere ye mama Oshún (sic) ¿a donde quieres que te lleve tu ofrenda?, y pues se la llevo hasta donde ella diga”

También algunos brujos de Catemaco utilizan “yerbas” en los rituales, ya que en algunos casos son “plantas medicinales” y se emplean en rituales de “curación”, dado que algunas personas que los visitan tienen la idea de que son los brujos que a través de “espíritus” logran “ayudarlos” en los problemas que les acontecen, mientras que estos brujos acuden a la herbolaria natural que por la experiencia y conocimiento que tienen en dichas plantas les recetan los conocidos “tomos”, 47 que son concentrados de plantas medicinales como la albahaca, la ruda, la contra, entre otras y dependiendo el malestar que padece la persona, estos hacen el denominado “tomo”. Como narra Luís Sánchez Mora, empleado particular de 74 años, originario de Catemaco, Veracruz:

Pues las yerbas curativas les sirven a ciertos brujos, los que tienen más experiencia pues para curar, pero no que por la magia negra o blanca o roja, sino por las yerbas curativas. Si viene una persona enferma el brujo le dice: mire, que le falta hierro, o dependiendo verdad, pero pues los brujos le atinan a la enfermedad.

Según el informante, algunas personas de Catemaco no creen en los “brujos” por experiencias que han tenido con ellos, pero sí creen en las “yerbas” curativas, pues tienen la creencia mítica de los primeros “brujos”, quienes preparaban ciertas plantas que utilizaban para solucionar problemas de salud; es por esto que la fama del “curandero” y del “yerbero” se extendió en la zona de los Tuxtlas.

Aunado a este tipo de medicina natural, algunas personas con amplios conocimientos en la “brujería” empezaron a utilizar plantas medicinales como parte de su estructura de elementos religiosos. Ya que se tenía el conocimiento de las plantas y de la brujería, se mezclaron para darle un significado sagrado, que se materializa en las ofrendas.

Es por eso que en un ritual de curación se hacen invocaciones, para pedir ayuda a la “entidad” que recuren. Un sacrificio de animales, por ejemplo, es el agradecimiento por la ayuda, y los “tomos” o yerbas que les recetan al paciente en este caso, son los que ayudan a contrarrestar el padecimiento de dicha enfermedad, por el contrario, si se tratara de alguna “mala energía” causada por envidias como el mal de “ojo” u otras de este tipo, se recurre al ritual de la conocida “limpia”, donde también se emplea el sacrificio de algún animal, un amuleto que sirve como defensa y el recetario de “yerbas” curativas que se dan. Este conjunto trabaja en tres dimensiones: espiritual, física y emocional, por lo que el paciente puede notar cambios.

Más allá de que el brujo pueda invocar “deidades o entidades” espirituales o demoníacas, sirve también como terapeuta, pues da seguridad al paciente. Según Mead, el individuo construye “procesos mentales” los que están estructurados por la inteligencia, la conciencia y el pensamiento; los individuos tienden a seguir dichos procesos con el objetivo de sobrevivir en una sociedad tradicionalmente esotérica, y la inteligencia del individuo por adaptarse y creer en un mundo mágico, donde atribuye poderes a ciertos fetiches que de alguna forma estimula y por consiguiente da seguridad, también tienen significados de defensa y ataque, que sucede al recurrir nuevamente con un brujo o santero para la activación o repetición del ritual-limpia y de los elementos como el “sacamal” u otros fetiches.

Como ya se mencionó antes, algunas personas de Catemaco presienten las “malas vibras” a través de gestos o de lenguajes ocultos como el movimiento de los ojos, de las manos, entre otros, y se recurre a un santero o brujo para que contrarreste algún “mal” o “energía negativa” que trae consigo. Según Mead, “la inteligencia es, principalmente una cuestión de selectividad” (2005: 483). Esto significa que las personas desarrollan una inteligencia, adaptada al espacio donde sobreviven, y estas demuestran sus “rencores” o “rencillas” a través de gestos corporales, por consiguiente las emisoras tienen la creencia que a través del gesto de “mala voluntad” se encuentra la “mala vibra”, esto alude a las creencias sobrenaturales que existen en dicho lugar.

Mead también alude a la conciencia como “un proceso funcional, no sustantivo; y en cualquiera de los principales sentidos del término debe ser ubicada en el mundo objetivo, antes que en el cerebro” (2005: 483,484), por lo que permite al individuo percibir ciertas “energías negativas” que se simbolizan en “gestos” de alguna persona hacia otra y pueden significar: odio, envidia, rechazo, negatividad en general.

Los individuos pueden provocar las respuestas de otros. Al respecto, Mead señala que el pensamiento es un proceso social y no una cosa; por lo que hacer cualquier movimiento, seña corporal u otra cosa relacionada, significa cierta reacción organizada, y al ser percibida por otras personas es lo que Mead llama procesos de la “mente”.

También existen procesos internos de pensamiento, las reacciones internas de movimiento y de acción. Un ejemplo de ello sería el uso de “yerbas medicinales” que trabajan en el sistema nervioso, provocando una reacción de seguridad en el paciente, dado que ciertas plantas tienen usos medicinales que regulan la hiperactividad provocando una pasividad en el paciente. Como narra el antropólogo José Javier Velásquez Aqua:

Pues los brujos de aquí de Catemaco utilizan muchas “yerbas” para las “limpias” u otros rituales, pues algunas plantas tienen ciertas espinitas o bracitos que en el momento que te están haciendo la limpia inconcientemente te están relajando.

Estas acciones que llevan a cabo los “brujos”, curanderos, espiritistas y santeros en los rituales podrían ser parte de la “tranquilidad” que les dan a los creyentes, pues al utilizar estas plantas también están relajando de tal manera que el ritual es un conjunto de sanacion, relajación y protección, y por consiguiente construye en las personas una idea de “protección ante las reacciones inmediatas de otros”.

Según Levi Strauss (1978), en su estudio sobre el pensamiento salvaje, el hechicero o chaman es un hábil administrador de estados expresivos dramáticos, es un “abrefactor” 48 profesional, un “terapeuta” que va más allá de sí mismo y posee la efectividad que crea al símbolo, de tal manera que le atribuye poder a fetiches (algunos compuestos por yerbas) y por consiguiente proporciona tranquilidad al paciente. Según este autor, el chaman hace un diagnostico a priori, se hace valer de la “medicina natural” no sin antes interpretar mediante un diagnostico psicológico la situación del paciente, “utiliza psicología verbal como cantos “tranquilizantes”, de tal manera que funcionan como “bloqueadores” fisiológicos que causan el mal”. (Citado por Plascencia Martínez, 48: 2004)

Argumenta también que existe un paralelismo entre el psicoanálisis y el chamanismo, que sería lo que define como un “abrefactor”: un conjunto de técnicas empleadas por esoteristas para eliminar “malas energías” que son causadas por la animosidad de otras personas.

Para el autor antes mencionado, la religión es la humanización de las leyes naturales; y la magia la naturalización de las acciones humanas, por lo que en Catemaco la creencia en seres espirituales como dioses o demonios, forma una “religion mística-natural”, que sería el conjunto de leyes naturales que el individuo relaciona en función de la naturaleza que lo provee, a partir de una experiencia causal con ciertas entidades espirituales, a las que les atribuye poder a través de símbolos específicos como las “plantas curativas”.

Para fortalecer este apartado y dar seguimiento a la relación que existe entre la medicina y la magia a través de los ritos elaborados por algunos brujos, curanderos, espiritistas y santeros, incluiré planteamientos de Gonzalo Aguirre Beltrán, quien problematiza las relaciones de la medicina y la magia como un problema sincrético surgido por el encuentro entre las culturas española, indígena y negra, en el periodo de la época colonial. Según el autor se dio un “proceso de aculturación” a partir del préstamo e intercambio de culturas y enfatiza la exploración de las causas psicosociales del conocido “mal de ojo” o “energías negativas.

Aguirre Beltrán define la magia como “la técnica usada en el “maleficio”. Quienes sufren el daño se dicen embrujados o enhechisados (sic) y aquellos que verifican el mal son conocidos por “brujos” o “hechiceros”. (1992: 26). Por lo tanto, toda aquella persona que hace uso de fuerzas sobrenaturales es conocida como “brujo”, curandero, santero, entre otros motes.

En Catemaco, algunas personas comparten la creencia en la “medicina natural”, ya que algunas de las personas antes mencionadas utilizan algunas de estas “plantas curativas” como remedios para distintas enfermedades. Algunas son utilizadas como elementos religiosos con fines simbólicos de protección como el “sacamal”, otras comparten el corolario de “yerbas” dedicadas al “santo”, como es el caso de la santería que se práctica en Catemaco. Pero la mayoría de estas “plantas” tienen como objetivo “cortar” hechizos, maldiciones, salaciones, envidias, entre otras impuestas a través de un “esoterista”.

Aguirre Beltrán alude a la medicina “folk”, termino al cual Robert Redfield se refiere a “comunidades” pequeñas, homogéneas, religiosas, familiares, etc. “Sociedades en las que se dan relaciones personalizadas, lo sagrado prevalece sobre lo secular y la economía es de posición y no de mercado” (Redfield, citado por Malagón, 1989), dicho concepto se adapta a Catemaco, ya que en dicho lugar prevalece un conocimiento primigenio que se tiene de la herbolaria (una medicina de pueblo) así como un legado que han dejado los antepasados españoles. La medicina y la magia se conjuntaron para ser parte de la medicina empleada por los esclavos “negros” y a través del tiempo se sigue conservando en “lugares sagrados”, como es el caso de Catemaco.

Estos conocimientos médico-mágicos se transmitieron por generaciones y se empezaba a practicar por hombres y mujeres desde temprana edad, se les hacían exámenes de aptitud de lo aprendido, así como rituales específicos donde emplearían la “herbolaria” como parte del proceso médico, aunado a las creencias “místicas” del lugar. Un ejemplo de este proceso podrían ser los “brujos mayores” en Catemaco, ya que según ellos, el aprendizaje lo recibieron por parte de sus padres, como narra Neftaly Taxilaga: “Pues a mí me enseñó mi papá, el era uno de los brujos de antes y pues me seleccionó de mis demás hermanos y me enseño esto de la brujería y del uso curativo de las plantas”.

El antecedente histórico de las creencias en la brujería que tienen algunas personas de Catemaco, se remonta al pueblo Olmeca, que después fue gobernado por los Aztecas. Según Aguirre Beltrán:

El azteca tiene una personalidad básica dependiente y permite explicar las enfermedades como castigo por la desobediencia a los dioses y es cuestión de saber qué deidad está ofendida para proceder a ritos de desagravio en su honor y así restablecer la salud (1992: 158).

Por lo tanto, de las creencias como la brujería, que comparten algunas personas de Catemaco y que tienen un antecedente histórico del pueblo Olmeca y Azteca, surgen mecanismos de “defensa y ataque” como las “limpias” y las “salaciones”, las cuales se han construido en el imaginario de las personas como “tradiciones místicas” y últimamente, con la llegada de la santería a dicho lugar, los mecanismos de defensa se han ido transformando, de tal manera que cuando alguna acción sobrenatural cobra ligeros disgustos en algunas personas, estas acuden con los santeros para “cortar” dicho “mal”.

44 Se le considera Monte al conjunto de plantas que le agradan a un Orisha específico. En el lenguaje de los santeros se le conoce como “Monte de Shangó”, “Monte de Oshún”, entre otros.

45 Es una religión practicada por un antiguo pueblo indogermánico. Los Celtas se extendieron en tiempos prehistóricos por Europa central, y se asentaron en las Galias, España, algunos otros en las islas británicas. En la actualidad un buen número de descendientes de estos se encuentran en irlanda, y es aquí donde ha florecido esta religión.

46 Aborígenes australianos, cuya religión se basa en el totemismo.

47 Es el proceso de plantas curativas, (molidas y en ocasiones mezcladas) por lo regular los receta el brujo, el curandero y el yerbero. En la santería que se practica en Catemaco no se recetan tomos.

48 Es aquél que puede transportar a un individuo a un estado de tranquilidad emocional.