Buenas tardes hermanos, en virtud de que alguno de los hermanos ha estado interesado en aumentar su fe y nos ha pedido lo ayudemos hacerlo, me tomé la libertad, de buscar algunos aspectos que nos den más claridad sobre este tema, espero sean de su agrado y que este pequeño aporte se haga mucho más completo con el de cada uno de ustedes.

Concepto de fe: Es la virtud teologal infundida por Dios en el bautismo, por la que aceptamos la verdad religiosa revelada por la autoridad de Dios.
Tener fe en Dios es un acto de obediencia total, es decir, poner ante sus pies todos nuestros sueños, proyectos, metas y anhelos a cambio de que su voluntad se cumpla en nosotros.
Para algunos, la fe, es un misterio, para otros es una ilusión; aún hay otros que piensan que es locura y otros tantos la consideran fanatismo. Para el que cree, es poder de Dios.
Aún entre los creyentes, muchos no la entienden, razón por la cual no saben cómo ejercitarla, resultando en el descuido de la fuente que la origina, entonces viene el desánimo, la indiferencia, la duda y la incredulidad.
Hay varios puntos muy importantes, los cuales debemos de tener claros estos son:
1.Ningún ser humano puede crear fe: “Es Jesús el autor y consumador de la Fe.” (He.12:2)
2.La fe no es ver es creer: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)
3.La fe obra por el Amor. "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la Fe que obra por el amor". (Gálatas 5:5)
4.La verdadera fe no está fundamentada en palabra de hombre alguno, sino en la palabra de Dios. No es creer a los hombres; es creer a Dios. “Así que la Fe viene por el oir, y oir, la Palabra de Dios.” (Romanos 10:17)
5.La mano de Dios no se mueve por las necesidades sino por la fe: “Sin Fe es imposible agradar a Dios.” (Hebreos 11:6)
No se puede tener fe, si nuestro corazón nos reprende; no se puede confiar en Dios, si nuestros asuntos no están en orden; no podemos creer, si no tenemos paz con Dios. “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquier cosa que pidamos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de Él.” (1Juan.3:21-22.)
En este tiempo, más que en ningún otro, hay ciertos asuntos en la vida de muchos, que están siendo impedimentos para poder disfrutar de una vida plena y abundante tal y como Jesús nos vino a dar. Estos están obstaculizando el libre fluir de las bendiciones que Dios tiene para cada cual. Seamos valientes y pongamos en balanza lo verdadero y permanente y que trae tras sí la bendición, y al otro lado, aquello que es efímero, temporero y que esconde en sí la maldición. ¿Qué prefieres? ¿Hacia cual lado se inclina tu balanza?
Aceptar los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es dar cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos.
La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da.
Tener fe es creer cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacía grandes derroteros.
Tener fe es guiar nuestra vida no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no sé pueden ver, ni siquiera palpar, sólo sé pueden acariciar con el espíritu.
Tener fe es levantarse cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura. Tener fe es arriesgar todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.
Tener fe es ver positivamente hacía adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuan doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.
Tener fe es confiar, pero confiar no sólo en las cosas, sino en lo que es más importante… En las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes.
Cierto que siempre habrá gente que te lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo se más cuidadoso con aquél en quien confías dos veces.
Tener fe es buscar lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar.
Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.
Tener fe es conducirse por los caminos de la vida de la forma en que un niño toma la mano de su padre. Es que dejemos nuestros problemas en manos de DIOS y nos arrojemos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación.
Fe es que descansemos en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.
Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar las situaciones difíciles, junto con la necesaria humildad para aceptar lo que no sé pueda cambiar.