SAN MARCOS
Evangelista
(s. I)

Los documentos más antiguos que hablan de San Marcos nos lo presentan como «el intérprete de Pedro». Pudo ser porque le servía al Príncipe de los Apóstoles de intérprete y consejero en las correrías que le acompañó, o que fue él quien resumió en su Evangelio -el segundo de los cuatro evangelios canónicos- la predicación que oía de labios de San Pedro.

El ilustre predicador Bossuet refiriéndose a lo bien que supo sintetizar la doctrina de Jesús predicada por San Pedro llamó a nuestro Santo «el más divino de los compendiadores».

Críticamente poco -es lo que sabemos de Juan Marcos como se le conoce en el Libro de los Hechos. Casi se resume a cuanto este libro de San Lucas nos dice de él y la rica tradición de los primeros historiadores que gozan de gran autoridad en cuanto afirman.

Sabemos que su madre se llamaba María. La vez primera que hablan los Hechos de él es el cap. 12 (12-16) cuando relatan la salida milagrosa de San Pedro de la cárcel por obra del ángel que le abre las puertas y se dirige «a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos hermanos se hallan congregados en oración».

Es fácil que la Casa de María fuera una de tantas, que -a partir de la famosa predicación de San Pedro en que se convirtieron más de tres mil a la fe de Jesucristo-, habría en Jerusalén y donde se reunirían los cristianos para hacer la oración, celebrar la Eucaristía y distribuir los bienes a los necesitados... Por ello la casa de Juan Marcos era bien conocida por Pedro. Éste se lo llevará consigo cuando pase algún tiempo.

Quizá era un niño o jovencillo cuando Jesús fue condenado a muerte. Dice su Evangelio que cuando Jesús fue apresado en el Huerto de los Olivos le seguía un joven envuelto en una sábana para curiosear a ver en qué paraba todo aquello. Era verosímil que este joven fuera el mismo Juan Marcos. Es fácil que también Jesús tuviera estrecha amistad con los padres de Juan Marcos y que éste escuchara en muchas ocasiones los discursos de Jesús. Uno de los primeros bautizados por San Pedro fue Juan Marcos.

El que era un niño el año 30, por el 44 ya era todo un hombre y decidió marcharse con su primo José Bernabé hacia la ciudad de Orontes. Juan Marcos acompañó a Pablo y Bernabé en sus correrías apostólicas por Chipre y otras ciudades. Quizá añoraba su patria chica, es posible que fuera una realidad lo que San Pablo dirá que ha padecido «peligros de los ladrones», «peligros de los caminos», «peligros de la soledad»... Lo cierto es que abandonó a sus amigos y volvió a Jerusalén. Aquí pasó diez o doce años al lado de Pedro ayudándole en sus correrías y haciendo de «intérprete y consejero».

El Señor Jesús no escribió ni mandó a los Apóstoles que escribieran. Parece ser que lo que interesaba era la predicación oral. Pero la memoria es flaca y alguien pensó en tener algunos apuntes de cuanto Pedro predicaba y le rogaron a Marcos que recogiera las predicaciones del Apóstol. Así lo hizo. Pedro amaba con cariño a Marcos. Le llama «mi hijo Marcos» (1 Pe 5, 13). El evangelista Marcos escribe con fluidez, sencillez, en estilo directo y sólido a la vez. Es el más breve de los Evangelios (16 capítulos) y se propone probar la Divinidad de Jesucristo.

Marcos se halla en Roma el año 67 cuando mueren los dos Apóstoles San Pedro y San Pablo. Juan Marcos ha jugado un papel muy importante en la evangelización como lo demuestran estas palabras de San Pablo que el 62 dice a Timoteo: «Trae contigo a Marcos, pues lo necesito para el ministerio evangélico». Después parece que extendió el Evangelio por diversos países: Egipto, Aquilea, Cirene... Quizá expiró el año 68.