Espanto común en varias latitudes que alude al sacerdote que viajando por los campos fue asaltado y asesinado al impedir le robaran los copones en los que llevaba las hostias consagradas para repartir la Santa Eucaristía.

Desde entonces deambula por los parajes campesinos pidiendo justicia y reclamando la devolución de los elementos de este acto sacrílego.

Quienes lo han visto reconocen la figura de un cura con sotana negra y estola blanca a quien le falta la cabeza. A poca distancia, el espanto desaparece dejando un rastro de viento helado que le recorre toda la columna vertebral.

Al volverse en pos de la aparición se la ve continuar su camino. Es tan impresionante la sensación que deja, que algunas personas han perdido el habla por su causa.