SAULO DE TARSO (San Pablo):

Saulo, a quien la iglesia Católica llama San Pablo, hace 2.000 años, era un joven muy culto y erudito que estudiaba en el Gran Colegio de Jerusalén, donde recibió el título de Doctor de la Ley. Había nacido en la ciudad de Tarso, capital de la antigua Cilicia situada junto al Mar Grande (actual Mediterráneo). Como gran defensor de la religión judaica y sus principios, sentía mucho odio y antagonismo hacia la nueva doctrina practicada y enseñada por los discípulos, los seguidores de Jhasua de Nazareth, los despreciaba por considerarlos atrasados, pobres e ignorantes.

Mal aconsejado por su tío y tutor, un juez del Sanedrín, estaba en contra de los galileos que habían sido amigos y seguidores de Maestro, a quien él nunca vio ni conoció. Era fariseo, seguía los principios de la religión judaica con mucho fanatismo. Debido a esa intransigencia ideológica, a su intenso odio, se ofreció ante el Sanedrín para ser un espía delator y perseguir a los cristianos en el primer siglo de esta era. Resultando de ello fueron los asesinatos violentos al diácono Estéfanos de Corinto que murió apedreado y al Apóstol Santiago el Mayor quien, con dieciséis compañeros más, fue degollado en una cripta del templo de Jerusalén.

Luego de eso, como Agente Especial del sanedrín, inició una campaña más activa de persecución y crueldad contra los seguidores de Cristo, y amigos del Maestro en las primeras Congregaciones Cristianas, donde irrumpía violentamente para arrestar, meter en la cárcel a indefensos hombres y mujeres que allí asistían. Esa fue la primera persecución cristiana dirigida por el Tribunal Judío del sanedrín, con la autorización y complacencia del rey Herodes agripa, nieto de Herodes el Grande.

La persecución fue muy ensañada y cruel. Saulo, quedó al frente de un grupo de agentes del sanedrín, y se le dio gran autoridad, por lo cual llegó al límite. Montado en su caballo blanco, recorría el país. Cometía sus atropellos entrando a las casas, a los lugares de reunión con un documento de autorización. No se detenía hasta lograr la pena de muerte. Fueron muchos los crímenes e injusticias cometidos por este ser en su implacable persecución.

Cuando ya esto sobrepasaba el límite, sucedió lo que la Biblia cuenta, a la entrada de la ciudad de Damasco; pero de manera diferente. Un súbito resplandor asustó a su caballo que se encabritó y lo arrojó al suelo donde quedó sin sentido. Al despertar, oyó una gran voz que lo llamaba por su nombre, lo reprendía por su crueldad. Tal fue el impacto recibido, que quedó durante tres días. Estaba aturdido, no podía comer. Después de esto, se retiró a su ciudad natal por un tiempo y tuvo una gran transformación; por lo tanto, dejó de perseguir a los cristianos.

Más tarde, el implacable Saulo, regresó arrepentido a la Comunidad Cristiana que más había atacado para declarar que ya no era un perseguidor sino un defensor.

Como era inteligente, culto, sobresalía entre los demás y fue ganando la confianza de todos que, por amor, lo dejaron entrar; pero el mismo celo y pasión que había demostrado en perseguir, manifestó después como defensor del ideal cristiano. Fue él quien sugirió nombrar a los doce discípulos del maestro con el título de “Apóstoles”; pero no encajaba con ellos, que eran desinteresados, sencillos, predicaban con su ejemplo. Siempre, hacía alardes de superioridad por ser un Doctor de la Ley. Sus opiniones estaban en desacuerdo, creaba división porque era conducido por el orgullo, la vanagloria de su personalidad y nunca dio la apertura interna que se precisaba. De enemigo declarado, pasó de ser amigo y se empeñó en propagar la enseñanza; pero ésta era una sutil falsedad.

Debido al antagonismo y falsa de afinidad, se sentía excluido. Por eso, eligió dirigir su campaña de expansión hacia los países extranjeros del Asia Menor, donde ya se habían establecido algunas Congregaciones Cristianas. El fundó otras a su manera, de tipo externo ritualistico, con una interpretación diferente. Primero, iba por las ciudades predicando con sus seguidores en las calles y plazas públicas, donde daba apasionados discursos; pero eran sacados de allí violentamente a pedradas y latigazos. Sin desanimarse, se iba a otras ciudades para seguir la campaña. Así, recorrieron muchos lugares hasta que, finamente, Saulo, logró sus propósitos en forma más estable. Se enredaba en polémicas y controversias, lo cual era propio de los Doctores de la Ley. Había una gran diferencia en la forma de defender el ideal del Mesías, con respecto a los apóstoles y discípulos del Maestro. Por esos desacuerdos, quedó una división que ha prevalecido hasta la actualidad. La Iglesia, posteriormente, lo hizo santo, lo distingue en especial y oculta que fue un usurpador, un gran traidor.

Amado Maestro Lanto



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"Que el Gran AMOR Infinito de el DIOS UNO Padre-Madre te envuelvan en la Suprema LUZ Divina. "