EL SANTO GRIAL:

Se trata de una falsedad, porque nunca existió el Santo Grial. Es una historia bastante tergiversada, convertida en leyenda y creada por el Obispo Northin en los tiempos del Rey Arturo, cuando la agrupación espiritual por él fundada fue destruida por unos soldados enviados al Castillo de Camelot por los jerarcas de la Iglesia, quienes se apoderaron de todo lo que allí había. También, persiguieron a muerte a los caballeros después de Arturo, murió en una batalla realizada a campo abierto y fue decapitado por sus enemigos. Pocos caballeros lograron salvarse, uno de ellos, Lancelot.

Entre lo que la Iglesia encontró dentro del castillo, estaban las Crónicas del esenio José de Arimathea, quien después de la Crucifixión de Jhasua, se trasladó a Bretaña (actual Inglaterra) para visitar a un grupo espiritual descendiente de los Profetas Blancos del Rey Anfión y llevarles las enseñanza del Maestro.

El Obispo Northin leyó las Crónicas y, deliberadamente, tergiversó su contenido presentando una romántica historia, muy de nube rosada, sobre lo sucedido en Camelot. Por supuesto, todo fue autorizado, dirigido por la Iglesia. Esa historia es lo conocido hasta la actualidad. Él sabía que José de Arimathea, fue a Bretaña a visitar a los solitarios y llevaba consigo una copa de oro de su pertenencia, procedente del Santuario del Monte Carmelo, para obsequiarla como un regalo. Era muy especial, pues había formado parte de las siete copas de oro que estaban sobre la mesa de la Sala de las Asambleas del santuario, cuando se reunían allí los integrantes del grupo interno para orar y recibir instrucción, pues allí había un foco.

Northin fue quien convirtió la copa de José de Arimathea, en el Santo Grial o copa sagrada que, según la tradición religiosa, estaba llena de vino en la Ultima Cena y el Maestro le ofreció a sus discípulos con estas palabras: “Tomad y bebed, porque ésta es mi sangre”.

Realmente, la copa de José de Arimathea, no tiene nada que ver con la sencilla copa de las libaciones que todas las familias esenias tenían en el cenáculo y eran un jarroncito pequeño de dos asas utilizadas en ocasiones especiales.

La llamada “Ultima Cena” fue sólo una reunión amistosa de despedida, porque el Maestro sabía que ya le correspondía irse al reino de su Padre; es decir: desencarnar en la Crucifixión. Con respecto a las palabras “esta es mi sangre”, jamás la pronunció. Fueron el motivo elegido para establecer un ritual materialista, absurdo de origen pagano y dar mayor realce e interés a la misa, que ya había sido creada como ceremonia importante de apoyo.

Amado Maestro Ascendido Lanto

_________________
"Que el Gran AMOR Infinito de el DIOS UNO Padre-Madre te envuelvan en la Suprema LUZ Divina. "