ANFION DE OROZUMA:

Anfión fue el nombre del Mesías de este planeta (Maestro Jhasua de Nazareth) cuando, en su tercera encarnación mesiática, vivió en el lejano continente de la Atlántida que ya no existe. Nació en la ciudad de Orozuma, capital del reino de Otlana. Era hijo del sabio y poderoso rey Senegaldo, de la reina Wilfrida, su esposa. Siguió los ideales de bienestar, paz, progreso para su pueblo que habían distinguido a su padre. Por su bondad y justicia, Anfión fue conocido como “el Rey Santo”. Dejó como legado la República.

Heredero de tres reinos: Otlana, Teoskandia y Dyaus, vivió para elevarlos, engrandecerlos a nivel moral y espiritual, según los principios establecidos de rectitud, laboriosidad y respeto. Cuando llevaba diez años reinando, se casó con Odina, su rayo gemelo que lo había acompañado en las dos encarnaciones anteriores. Ella era una princesa del reino vecino de Dyaus, hija del monarca Atho Fana. A los dieciséis años de matrimonio, Odina, pasó de plano.

La prosperidad y el bienestar reinaban en sus dominios cuando su hermano menor Alfa Huari, segundo hijo del Rey Senegaldo, se puso a intrigar, a levantar conspiraciones para apoderarse del trono. Ante la grave situación generada de caos y violencia, Anfión decidió renunciar a sus derechos en favor de su hermano, con objeto de evitar guerra civil con derramamiento de sangre. Después, se retiró a una vida de soledad y aislamiento en compañía de sus discípulos, los Profetas Blancos y en forma anónima, finalizó su vida.

El antiguo Reino de Otlama estaba construido por diez espléndidas ciudades gobernadas por diez príncipes sabios, fieles amigos de Anfión. En una de ellas, había una –escuela de enseñanza espiritual a nivel público con el lema que, posteriormente, tuvieron los Kobdas: “Extraer del fondo de las cosas lo más hermoso que hay en ellas”. También utilizaban los símbolos distintivos: El Cordero, la Cruz y la Estrella de Cinco Puntas.

Los dirigentes de esas escuelas fueron prevenidos anticipadamente, por vía espiritual, acerca de un destructor cataclismo que hundiría parte de la Atlántida. Se les indicó exactamente donde debía emigrar para salvar sus vidas y también con el objeto de llevar la enseñanza a otros lugares de la Tierra, a partes no afectadas por inundaciones, terremotos y volcanes.

Antes de que sucedieran los hechos, ellos organizaron un éxodo dirigido a cuatro sitios específicos: Unos se quedaron en la Zona Este de la Atlántida, que no iba a ser afectada por la catástrofe. Allí, se encontraría, siglos después, el sabio Maestro Antulio.

El segundo grupo se dirigió hacia el Oeste, un país de selvas inmensas y enormes montañas, ricas en metales preciosos (México, Centro América, Perú). La tercera parte se estableció en las grutas altas de los Pirineos, gran cordillera situada entre Iberia y Galia de entonces (España, Francia). El cuarto grupo eligió la fértil zona regada por el río Nilo. Los Profetas Blancos con sus dirigentes, decidieron que ruta seguir, a donde ir.

De esta manera, fue preservada la enseñanza de Anfión y Odina, los santos reyes de Orozuma, capital del reino de Otlana en la antigua Atlántida. Dicha enseñanza es la misma que propagó el Maestro Antulio, y la que, posteriormente, heredaron los Kobdas.

Como es sabido, en la Atlántida, hubo tres hundimientos que fueron consecuencia de las leyes kármicas, debido a la infiltración del psiquismo, al mal uso dado a los poderes divinos y a la ciencia, la tecnología de gran altura que lograron alcanzar. Parte del continente iba desapareciendo en las dos primeras catástrofes; pero, después de la tercera, ya nada quedó sino fragmentos de montes altos que han perdurado como islas. El rey Anfión, vivió antes de que tuviera lugar la primera de esas catástrofes. El sabio Antulio encarnó antes del tercer hundimiento, último y definitivo.

Amado Maestro LANTO/AE/pch