Observaciones sobre el animismo 1zw0v2s
 
Pese a la polémica existente hoy día en el seno espirita con relación al florecimiento de un espiritismo más orientado hacia la religión y el servicio al prójimo de lo que volcado al estudio empírico del fenómeno, me atrevo a colocar a continuación, la opinión (podría decir esclarecimiento) de Ramatís con respecto al interrogatorio que se le hizo con respecto a la finalidad y misión que tiene el espiritismo (doctrina kardeciana) desde su aparición y sincretización interreligiosa.
 
Aclaración: lo que leerá a continuación no es un determinante de directriz para la doctrina espirita (aclaratoria que hago a los espiritas ortodoxos decantados por la pureza doctrinaria) y puede tomarse como una opinión. No se admiten en el presente tema conductas proselitistas y sectarias orientadas a la difamación de este u otro autor de libros espiritas ni agresiones ideológicas dirigidas hacia adeptos de otras ideologías.
 
ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL ANIMISMO
 
Pregunta: ¿Qué debemos interpretar por animismo, en lo tocante a las comunicaciones mediúmnicas de la siembra espírita?
Ramatís: Animismo, conforme explica el diccionario de vues­tro mundo, es el "sistema fisiológico que considera al alma como la causa primaria de los hechos intelectivos y vitales".
 
El fenómeno anímico, en la esfera de las actividades espiri­tas, es la intervención de la personalidad del médium en las comunicaciones de los espíritus desencarnados, imponiendo en las mismas algo de sí mismo y a cuenta de los mensajes transmi­tidos del Más Allá. Cuando los adeptos del Espiritismo afirman que determinada comunicación mediúmnica fue "puro animismo" quieren explicar que el alma del médium intervino exclusivamen­te, habiendo manifestado sus conocimientos y conceptos persona­les, aunque los rotule con el nombre de un espíritu desencarnado.
 
Esa interferencia anímica inconsciente es tan sutil que el médium es incapaz de percibir cuándo su pensamiento interviene o cuándo el espíritu comunicante transmite sus ideas por contacto periespiritual.
 
Pregunta: ¿Consideráis el animismo como "algo" indeseable en las comunicaciones espiritas?
Ramatís: Al servirnos de los médiums de la Tierra, nos in­clinamos llenos de agradecimiento al Padre por la oportunidad que nos brinda para poder inspirarlos en favor de la ventura, del bien y alegría de los seres humanos. Por eso no desprecia­mos la oportunidad de los médiums anímicos cuando nos interpretan a su modo personal, pero que conservan la idea central y auténtica de aquello que le inculcamos en su alma.
 
Pregunta: La comunicación del médium totalmente anímico no deja de ser una mistificación inconsciente, ¿no es verdad?
Ramatís: Cuando el médium no tiene interés en engañar a los oyentes, no podéis admitir la mistificación inconsciente. La comunicación anímica sucede por la falsa e íntima suposición que la criatura cree o juzga, de sentirse accionada por los espí­ritus, transmitiendo equivocadamente sus propias ideas. La mis­tificación, mientras tanto, es el fruto de la mala intención.
 
Pregunta: En el concepto de la mediumnidad, ¿el médium anímico tiene algún valor positivo?
Ramatís: La criatura anímica, cuando se encuentra en trance, revela su temperamento psicológico, alegrías o aflicciones, mañas o venturas, sueños o derrotas. Esa manifestación anímica, a cuen­ta de la mediumnidad, cuando se manifiesta en trance contur­bado o escenas dolorosas, hechos trágicos o detestables, es el producto de un médium desajustado o enfermo, que necesita mucho del amparo y orientación espiritual para aprender a domi­nar las impresiones mórbidas del subconsciente. Algunas veces transmite anímicamente los hechos mórbidos que le impresiona­ron en la infancia o las escenas trágicamente vividas en la exis­tencia pasada, como si fueran la historia de los espíritus infelices y desencarnados. Las emersiones freudianas de la terminología psicoanalítica también son responsables por algunas de esas su­puestas manifestaciones intempestivas y conturbadas, que los médiums excesivamente anímicos y sugestionables presuponen que son manifestaciones del Más Allá.
 
Pregunta: Supongamos a un médium anímico, que sólo transmite lo que es suyo, pero a cuenta de la manifestación de los espíritus, pero que sea culto, sensato y de conducta moral inta­chable, que exponga sus pensamientos con elevado tenor intelec­tivo y espiritual: ¿cómo debemos clasificarlo en la tesis anímica?
Ramatís: En ese caso es la criatura que supera a la mayoría de los médiums, pues si es inteligente, de moral superior y sen­sible a la vida espiritual angélica, no deja de ser un médium intuitivo natural, un feliz inspirado que absorbe directamente de la Fuente Divina los elevados conceptos filosóficos de la vida inmortal y posee además las bases exactas del ascenso espiritual.
 
Al contrario de la criatura exclusivamente anímica, que ofrece un contenido pobre y superficial en su pasividad psíquica, el in­tuitivo natural llega a presentir la transformación del futuro y reconoce con absoluta seguridad los valores evolutivos de elevada espiritualidad. Domina el fenómeno de su auscultación espiritual, dirigiéndolo consciente y despierto, en apreciable coherencia, ga­rantizado por la sensatez de su intelecto superior. El médium anímico e inculto, sugestionable, enfermizo o moralmente falto, es la víctima pasiva de sus ideas fijas, de las emersiones de la memoria en el pasado y de las sugestiones anímicas mediocres. Fácilmente ha de tomar por manifestación de los espíritus desen­carnados todo aquello que aflora a la superficie de su mente y bajo la influencia de  cualquier   clima catalizador del animismo.
 
Pregunta: ¿Qué debemos entender por "catalizador" del animismo?
Ramatís: El ambiente de una sesión espirita, por ejemplo, es un clima adecuado para favorecer la asociación de ideas, emer­sión del subconsciente o el ajuste de las impresiones del día, en las personas muy sugestionables, creándose tal confusión que creen estar mediumnizados por los espíritus. Todo converge para "catalizar" o sea acelerar el contenido psicológico, el bagaje freudiano, los automatismos incontrolables en el intermedio anímico. Se sugestiona para el trance anímico cuando ingresa a la atmósfera tradicional del ambiente espirita; el subconsciente se le excita a media luz, para dar comienzo a los trabajos, bajo la lectura del Evangelio o temas mediúmnicos. Las instrucciones del adoctrinador, la invitación para que los médium se concentren y reciban al guía o seres sufrientes, todo funciona como un incentivo para el clima "catalizador" que acciona inadvertidamente la maqui­naria psíquica de las personas ansiosas por ser médiums y des­ahogar sus dramas y angustias íntimas, que erróneamente creen es el fruto de la influencia de los espíritus sufrientes.
 
Además de esas condiciones que acelera la mente del mé­dium anímico puede, inclusive, dar cabida a su imaginación in­controlable por la presencia de algún espíritu desencarnado, que fueron afines en el pasado y se hallan ligados por los dolores y aflicciones morales idénticas, que también dominan al médium durante el trance anímico.
 
La aproximación de los espíritus a los seres encarnados se verifica por varias formas de presentimiento, modificando el cam­po magnético o sensaciones psíquicas extrañas que pueden coali­garse con otros fenómenos de la vida física, confundiéndose a la criatura anímica con el médium. Es difícil distinguir cuando el espíritu se comunica o si el médium interfiere anímicamente, pues en el encuentro de ambos se produce una acentuada oscilación vibratoria, una especie de "focalización" y "desfocalización" alter­nadas, siendo únicamente controlable por los espíritus desencar­nados muy competentes.
 
Pregunta: El médium anímico ¿puede ser un fiel comunicante de los espíritus desencarnados?
Ramatís: ¿Por qué no? El animismo, como manifestación del alma es sensibilidad psíquica, como lo es la facultad mediúmnica, que es la vía de comunicación entre los dos planos. En conse­cuencia, el médium anímico también alcanzará la eclosión del fenómeno mediúmnico por su híper sensibilización psíquica, ca­biéndole estudiar y saber distinguir cuándo es su espíritu o cuán­do lo hace la entidad espiritual.* Además, precisa evitar la crista­lización de la mente en los cuadros que le son familiares y que acostumbraba a comunicar anímicamente; eso debe alcanzarse por el estudio, investigación y consultando a los más experimentados.
 
El intermediario totalmente anímico es víctima pasiva de su propio espíritu, que piensa y expone su mensaje particular, sin interferencias exteriores; el mediador propiamente dicho, aun cuan­do fuera obcecado, es un instrumento de las intenciones o deseos de otra entidad.
 
Entre los médiums totalmente anímicos se puede establecer dos clasificaciones, es decir, el anímico pasivo, que es víctima de sus ideas e impresiones, y el anímico activo, capaz de investigar los acontecimientos y fenómenos de la vida oculta para luego ex­ponerlos en nombre de terceros.*
 
*Este médium llamado "anímico" es un médium sugestionable, es decir, su psiquis hipersensible imprime con facilidad y somatiza físicamente en igualdad las sensaciones de origen espirita como todo el complejo íntimo del propio Espíritu. Por eso, es confuso, pues aunque no haya Espíritus extraños, hay una comunicación y la transmisión de las percepciones extra-corpóreas atribuibles a una fuente exterior, ¿cuál es esa fuente? El propio Espíritu que por lo general se haya desdoblado e irradiado hacia el entorno y que le habla al propio médium en la lucidez como si fuese un extraño, es decir, él se auto-inspira, lo hace tomando la identidad de un ser ajeno a quien es en la inmediatez. Es un médium que tanto sufre el influjo de los otros Espíritus como el suyo, por eso es necesario un extraordinario dominio teórico que ayude a discernir de los fenómenos tratables por el psicoanálisis no sólo de Freud sino también revelado por Jung. Este médium necesita de mucha educación, equilibrio, y un trabajo psicológico muy activo ya que facultativamente no sólo crea una comunicación defectuosa sino que sus desequilibrios imponen sus disturbios espirituales.
 
Pregunta: ¿Cuáles son los factores que encuadran al médium en el "animismo puro"?
Ramatís: El automatismo psicológico en particular, es un estado del alma que influye bastante en las manifestaciones aní­micas, donde el subconsciente dirige las ideas y los hechos que afloran en el cerebro del médium, imponiéndolos a cuenta de los espíritus. En tal condición el médium asume la personalidad ajena y pasa a vivir el temperamento, sentimientos o carácter de las criaturas que conoció personalmente a través de los relatos históricos, dejándose influenciar hasta llegar a imitarlos.
 
Pregunta: ¿Podéis darnos un ejemplo objetivo sobre esa influencia del automatismo psicológico de los médiums anímicos?
Ramatís: Algunos de ellos, por ejemplo, aunque no son del todo anímicos se dejan influenciar por la vida de los apóstoles, seguidores del Maestro Jesús, viviendo las impresiones íntimas, que más tarde, las comunican como manifestaciones mediúmnicas en nombre de aquellos que tanto admiran.
 
Los grandes líderes, profetas, santos, escritores, artistas, gobernadores, ministros y demás personalidades que se destacaron en el mundo material, ejercen profunda impresión en los médiums muy anímicos, llegando a poner sus nombres como guías.
 
Otros, debido a la excesiva imaginación, activada en su ju­ventud a causa de los romances y aventuras extraídas de la his­toria, viven en trance mediúmnico las mismas y excitantes im­presiones, llegando a sobreponerse a la entidad y a los asuntos tratados por el espíritu comunicante.*
 
El Egipto de los faraones, la Grecia de los filósofos, la Italia de los Césares, la Francia de aventureros de capa y espada, aún vibran con fuerte vitalidad en la mente de la mayoría de las per­sonas y también del mediador. Principalmente Francia ejerció gran influencia en el alma de los lectores de aventuras, los perso­najes célebres de su historia aún se mueven en su retina, remar­cando el caso de Notre Dame, del Sena, de la Plaza de la Greve, del Patio de los Milagros, las tabernas de París o la sombra de la tétrica guillotina.
 
Los guardias de Richelieu o Mazzarino, en lucha forzada con los mosqueteros del Rey, a través de las páginas de Dumas, aún lanzan el fulgor de las espadas, el brillo de los puñales en la memoria de los lectores emotivos. En el período monárquico for­man fila Luis XIV y XV, Catalina y María de Médicis, La Valliére, Du Barry, Pompadour, María Antonieta o los Guise; la República surge destacando la figura de Robespierre, Napoleón, Marat, Danton, Fouché, Madame Roland, el Delfín de Francia, Desmoulin y otros más.
 
El automatismo psicológico o personalismo que domina fuer­temente el subconsciente del ser, estratifica en el tiempo las imá­genes simpáticas y que produjeron mucha impresión en las personas sugestionables, haciéndoles surgir por asociación de ideas o el clima psicológico propicio.
 
El médium anímico, indisciplinado con sus emociones y en­tontecido por las imágenes qué bailan en su mente descontrolada, no tarda en transferir hacia el ambiente espirítico las personali­dades que más le impresionaron en la existencia, dándole vida triste, sublime o desafortunada. A través de supuestas comunica­ciones mediúmnicas del Más Allá, los personajes exaltados en los romances aventurescos y fondo histórico, continúan manifestán­dose con insistencia en ciertos trabajos mediúmnicos con las mismas características que hace siglos poseían. Aquellos que la historia los describió como héroes, bondadosos o desprendidos "bajan" en las sesiones para cumplir misiones elevadas que con­dicen perfectamente con su carácter y temperamento tradicional. Pero aquellos que la pluma del escritor los retrató como tiranos, crueles, falsos, maquiavélicos, también se presentan en las sesio­nes, corroídos por los sufrimientos o dolores o jurando vengarse e irrumpiendo con amenazas contra los que pretendían adoctri­narlos.
 
Los personajes trágicos de la Revolución Francesa, en Brasil solamente, fueron adoctrinados decenas de veces, pues determi­nados números de médiums todavía no consiguieron liberarse de la fascinación ejercida en su mente por las lecturas románticas e históricas, cuyos personajes les excitan la memoria o interfieren anímicamente en las comunicaciones de los espíritus, imponién­dose, a veces, como casos de profunda realidad.
 
*Puedo referir como ejemplo la imposición de una personalidad a un Espíritu en base a cómo se cree que es y no como es, gracias a eso, aquel personaje que vemos en el prostíbulo como la histórica María Padilla o María Mulambo obliga a la fémina a ser una marginal de la sexualidad sin elegancia ni cortesía; acá vemos la causa alterna a la situación en que en una sesión espirita un Espíritu sin ser forzosamente grosero se pronuncia con palabras obscenas que hieren la buena educación, que transgrede lo sano manoseando a uno de los presentes y hasta haciendo solicitudes, penitencias, imponiendo castigos y otra serie de absurdos y desatinos morales siendo la otra causa de esto la filtración de Espíritus de naturaleza maligna. También es el origen de infinidad de nombres celebres cuya alternativa explícita al fenómeno es la aparición de criaturas frívolas y burlonas que usurpan identidades alegóricas.
 
Pregunta: ¿Queréis decir que todas las comunicaciones en nombre de esos personajes son apócrifas?
Ramatís: Aunque esos médiums muy anímicos sean víctimas de su exaltación psíquica, actúan sin mala intención, también es obvio que algunos espíritus que la historia destacó por su turbu­lencia, crueldad o maquiavelismo, todavía manifiestan el remor­dimiento por sus aventuras innobles o crímenes execrables, com­pareciendo a ciertos trabajos espiritas sin que hayan conseguido modificación espiritual. Queremos advertiros solamente, con res­pecto a los perjuicios que causa la imaginación indisciplinada de los médiums anímicos, que reviven en las sesiones mediúmnicas la figura de los personajes históricos, sus temperamentos y emo­tividades psíquicas y que en realidad es obra del médium, que vive el personaje que admira.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.